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Luces y sombras

El otro día alguien me dijo...

“Hay una parte de ti que todavía no has aceptado”

¿Cómo? ¿Otra vez? ¡Pero si tengo más que aceptadas a todas mis partes!

Esta fue mi primera reacción. La frustración.

Después, por fin, entendí.

Llevaba años pensando que tenía que aceptar todavía MÁS mi parte de sombra, que todavía la rechazaba, que seguía teniendo algún bloqueo ahí.

Me equivocaba.

Y es que mi parte de sombra, la conozco mejor que nadie. Te la presento:

Es el Señor Balrog.

Es mi guardián, mi protector, mi caballero de fuego que sale con su espada y su látigo para defenderme… a veces atacando primero. Cada vez menos, porque ve que puedo defenderme sola. Ha sido parte de mí desde siempre.


Cuando estaba triste, cuando sentía ese dolor lancinante y agudo, él estaba ahí. No se daba cuenta que de tanto protegerme me hacía sufrir.

Pero hacía su trabajo, y lo hacía para proteger a la niña que era.

Me gusta convivir con él. A veces me da miedo, a veces no lo controlo. Pero es parte de mí. Es mi lado de sombra y me lleva de la mano en los momentos más oscuros de mi vida.

¿Y sabes qué?

La parte de mí que todavía no he aceptado del todo, no es mi parte más oscura, sino mi parte más luminosa.

Te la presento:

Este Fénix que me quiere ver brillar e iluminar al mundo entero, que tiene tanta fuerza…

Muere una y otra vez a manos del Balrog.

Es la peor pesadilla de mi monstruo interior:

Cree que si me pongo a brillar, él desaparecerá.

Porque sólo un poquito de luz hace desaparecer la oscuridad. Pero la oscuridad jamás podrá apagar la luz. Es cuestión de física.

Entonces el Balrog sigue matando al Fénix, y el Fénix vuelve a renacer de sus cenizas. No se cansa. Sigue ahí, fiel, a su puesto.

Pero el Balrog no entiende una cosa: los dos son de fuego. Podrían brillar juntos.

Podrían luchar unidos.

Podrían quererse como hermanos.

Pero el señor Balrog cree que si Fénix brilla, me hará sufrir. Y él ya no estará para defenderme.

¿Por qué un pensamiento tan paradójico?

Te enseño su razonamiento:

"Si destacas, te van a ver.
Si te ven, tendrán expectativas.
Si tienen expectativas, tendrás que cumplirlas.
Si no las cumples, te rechazarán, te maltratarán.
Te quedarás sola. "

Y la soledad es el miedo más absoluto de mi niña interior.

Todavía me cuesta aceptar mi luz interior. Me cuesta brillar.

Me auto limito.

Me auto saboteo.

Para no brillar demasiado.

Para no destacar.

Para no exponerme.

Y es doloroso, porque el Fénix quiere contribuir, quiere dar, compartir, amar, difundir su luz. Y no puede.

Mientras tanto sigo haciendo de mediadora, entre mi niña interior y su Balrog protector, y mi adolescente rebelde montada en su Fénix, queriendo comerse el mundo.

Les escucho, les doy empatía, les abrazo.

Todavía les queda camino por recorrer. Todavía hay muchas cosas que sanar.

No es un viaje de unos días.

Llevo 6 años caminando en mis entrañas.

Con más lucidez y mucha más paz que antes.


Pero la batalla del fuego no ha terminado.

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